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Ocurrió en Bilbao

Una de las ciudades más industrializadas de España, que contaba con importantes empresas de producción de energía y buenas comunicaciones ferroviarias.

Allí iniciaron su actividad

el ingeniero Juan Urrutia y el empresario Fernando María de Ybarra. Ambos dieron sus primeros pasos en el sector de la minería, pero pronto concentraron sus esfuerzos en la producción y distribución de electricidad.

El mundo estaba cambiando

En el siglo XIX se había iniciado la Revolución Industrial apoyada en 2 grandes inventos: la máquina de vapor y la electricidad.

El estallido de la Primera Guerra Mundial

significó una gran carestía y un aumento del precio del carbón. La electricidad empezaba a ganar terreno. Todavía se estaban investigando e implantando sus aplicaciones, que darían forma a la vida urbana moderna: el teléfono, el tranvía, la radio… Pero también el alumbrado urbano y los primeros semáforos.

Fue entonces cuando Ybarra y Urrutia,

junto a otros socios y con el apoyo de entidades bancarias, fundaron SICE a partir de un acuerdo para obtener las patentes de las empresas que fabricaban la tecnología eléctrica más puntera del momento: General Electric y Thomson-Houston.

Y aunque el principal objetivo

de SICE fue fabricar maquinaria propia, la crisis económica global de la época derivó su primer impulso hacia las instalaciones como la electrificación ferroviaria y la distribución de productos fabricados por aquellas compañías.

Al finalizar su primer año de vida

SICE estaba presente ya en Madrid y Barcelona. Y muy pocos años después instaló en esas ciudades los primeros semáforos para regular el tráfico.

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